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Parece ser que en Estados Unidos está causando gran revuelo el libro escrito por una madre de origen chino (o quizás deberÃa asio-americana conforme a las normas de corrección polÃtica estadounidenses), El himno de la madre tigresa. Leer...
Os habreis preguntado (si es que todavÃa hay alguien ahà fuera leyendo mis desvarÃos) que dónde me he metido, si he desaparecido con el nuevo año. Y os diré que no. Aquà sigo. Desvariando. Leer...
Ocho años llevo ya metida en la crianza. Ocho años siendo madre, que eso sà que te cambia la vida, llevando niños de aquà para allá, al parque, al cole, preparando comidas, papillas, biberones, poniendo termómetros, cambiando pañales... Leer...
Decididamente volar se ha puesto cada vez más difÃcil. Y con niños es ya toda una proeza. Lo es en circunstancias normales, no te digo ya cuando concurren circunstancias sobrevenidas como la dichosita huelga de los controladores. Leer...
La maternidad trastorna. Yo soy la clara prueba. Cualquiera que me conozca lo reconocerá de inmediato. Un ejemplo concreto y palpable: He pasado de odiar las labores a pedirle a los reyes una máquina de coser. De hecho me la trajeron el pasado enero. Leer...
Lo sabÃa, estaba completamente convencida de ello, pero no tenÃa la evidencia. No me cabÃa ninguna duda de que la privación de sueño continuada y a lo largo de un periodo importante de tiempo es una tortura. Leer...
Cuando se tienen hijos uno va corrigiendo sobre la marcha las ideas que tenÃa previamente. Antes de ser madre (o padre) siempre se piensa que se puede hacer mejor de lo que han hecho contigo, o de cómo lo hacen los demás. Leer...
Esto va a sonar a chiste fácil, pero no lo es. ¿Cómo se distingue a una madre de familia en una boda? Leer...
Voy a hacer otra de esas confesiones que reafirman mi condición de madre imperfectÃsima y dan argumentos para que algún dÃa mis hijos me demanden por los daños y perjuicios que mi imperfección puede haberles causado. Leer...
Un nuevo estudio cientÃfico realizado por la prestigiosa Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad de Columbia y publicado por la no menos prestigiosa Sociedad para la Investigación del Desarrollo Infantil acaba de concluir que el que la madre trabaje fuera de casa no afecta negativamente a su bebé. Leer...
Ya conté desolada hace unos meses que mi EVP (Enviada por la Providencia) se volvÃa a su paÃs dejando un vacio muy difÃcil de llenar en nuestra logÃstica familiar y en nuestras vidas. Leer...
Ya podemos cantar victoria: el mediano (cuatroañosreciéncumplidos) ha dejado de usar chupete!!!!! Si estuviera en Valencia contratarÃa una mascletá o un castillo de fuegos artificiales para celebrar el acontecimiento. Como no lo estoy, me limito a contároslo. Leer...
Que no le diga a mi hijo primogénito que dé ejemplo, que para eso es el mayor, no quiere decir, sin embargo, que no le pida mucho más de lo que deberÃa, y de lo que serÃa exigible para su edad (sieteañoscasiocho). Leer...
Por alguna extraña razón que seguro los neurólogos saben explicar muy bien, todo lo que te decÃan tus padres cuando eras pequeño se te queda clavado en algún lugar del cerebro y, aunque hayan pasado más de 20 o 30 años desde la última vez que las oiste, cuando tienes hijos esas palabras, que pensabas que habÃas olvidado, saldrán de tu boca sÃlaba por sÃlaba, exactamente igual a cómo las decÃa tu madre, o tu tÃa, o tu abuela, sin que seas realmente tú el que las pronuncia, como si estuvieras poseido por el espÃritu de tus ancestros. Leer...
Los padres imperfectos de familia numerosa decidieron irse de cena con toda la prole, que en vacaciones viene bien romper el ritmo, sacudirse rutinas y tomar el aire con las fieras. Asà que después de un paseito por el borde del mar decidieron tomar algo en un chiringuito con buena pinta. Leer...
Este sábado es a la vez la fecha más deseada y temida del año: el dÃa del comienzo de las vacaciones (yupi!!!). Pero también el dÃa en que nuestra EVP (Enviada por la Providencia) regresa a su paÃs después de cuatro años con nosotros. Leer...
Era el dÃa de la fiesta anual de la revista que daba de comer a la familia de la madre imperfecta. Y justo esa mañana a la madre imperfecta le tocaba llevar a la niña al endocrino -el padre hoy no podÃa y en el supuestasmente equitativo reparto de tareas, precisamente hoy tocaba dÃa "mamá se encarga de todo"- . También tenÃa que ir a recoger las notas del mayor al cole. Leer...
En el trabajo tenemos jornada continua de verano, asà que tendré muchÃsimo más tiempo para dedicarme a cosas propias y ajenas. A ver alguna pelÃcula. Y volveré a leer libros. Y a pasear. Y a ver a mis amigas. Y a ir de compras. Y a hacer deporte, que falta me hace darle a las abdominales para mitigar los estragos de los embarazos. Leer...
"Hala, qué boca tan grande tienes", le dije el otro dÃa al segundo -tres-años-casicuatro- para animarle a que se terminara la cena. "No", me replicó muy serio. "No es grande. Tengo una boca mediana". ¿Mediana?, pregunté yo extrañada por esa calificación. "SÃ, mediana", añadió todavÃa más serio. "Yo soy mediano, y entonces tengo una boca mediana". Leer...
Estamos ya en la recta final del curso y, al igual que ocurre en Navidades, se intensifican notablemente las actividades escolares y similares. Que si las notas, que si reunión con los profesores de uno, con los de otro, que si la fiesta de la clase de uno, que si la de la clase de otro, que si la despedida de una profesora, que si partido final de fútbol... Leer...
Aprovechando que es la Feria del Libro voy a confesaros algo. No sé si habréis leÃdo uno de mis primeros post, en los que daba varias razones para tener hijos (como dormirse a su lado, hacerles cosquillas, o cuestionarme el mundo desde sus orÃgenes, entre otras, a cual más peregrina). Leer...
Desde hace siete años -que fue cuando nos estrenamos en el negocio éste de la crianza de personitas- no descansamos nunca. Nunca. Como la opción de 'una tarde tranquila en casa leyendo el periódico en el sofá' se ha convertido en algo parecido a la ciencia ficción, en un imposible, una utopÃa inalcanzable, estamos inmersos en una frenética actividad -que yo fomento, debo confesar-. Nuestra vida se ha convertido en una eterna huida hacia adelante. Ya que el descanso está vetado, no paremos nunca. Nunca. ¿Para qué? Y menos aún los fines de semana. Siempre hay que hacer algo. Lo que sea. De interior o exterior. Según el tiempo. Leer...
No falla. En cuanto la ponemos en el suelo, arranca a gatear como un perrillo y sale disparada hacia la lámpara de pie, que tiene uno de esos mandos de intensidad graduable a ras de suelo. Con una habilidad pasmosa, enciende la luz al máximo y, con el camino ya bien iluminado, prosigue su trayectoria a toda velocidad hacia el baño. Ya no se para cada dos metros. Ni mira hacia atrás. Y ha dejado de aplaudirse. No tiene tiempo que perder, porque sabe que la perseguimos para frenarla. Y ella tiene una misión que cumplir: encaramarse al bidé y darle al grifo monomando. A toda potencia. Y chapotear mojándose hasta el codo. Si tardamos un segundo es capaz incluso de quitarse un zapato y tirarlo al váter. Leer...
A cuatro patas. A 40 centÃmetros del suelo. Gatea un par de metros, tres como mucho. Husmea. Observa. Se para. Se sienta. Se echa a reÃr. Y aplaude. ¡Aplaude! Con sus manos regordetas. Y no sé si se aplaude a sà misma, por todo lo que ha conseguido, que es mucho; si aplaude al mundo, que está descubriendo ahora mismo ante nuestros ojos y sin duda le parece fascinante y lleno de maravillas, aunque estén a 40 centÃmetros del suelo, o si me aplaude a mÃ, que la estoy mirando, también a cuatro patas, a medio metro -yo, no ella- del suelo. Leer...
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El Ministerio de Sanidad alertó la semana pasada del riesgo de asfixia para los menores de tres años que entrañan unos muñequitos de Mattel llamados Little People. He visto la foto y creo que no tenemos ninguno en casa. Pero no importa, tenemos cientos, si no miles, de juguetes y objetos que suponen un peligro enorme para la niña, sobre todo ahora que está empezando a gatear -más bien a reptar en plan maniobras militares, lo cual me parece de lo más acertado, porque nuestra casa en determinados momentos es lo más parecido a un escenario bélico y una, mal que le pese, tiende a comunicarse con tono marcial-. Leer...
No me dejan dormir. Ni una sola noche. Desde hace años. Tengo el cerebro como un colador. Han convertido nuestra vida en un campo de trabajo agotador durante 24 horas al dÃa, los siete dÃas de la semana, 365 dÃas al año. Ya no sé qué significa la palabra 'vacaciones', porque en vacaciones, sin escuela y sin ayuda en casa, trabajo mucho más. Leer...
Suele ocurrir en torno a los tres años. Después de empezar el cole, porque el colegio ya no es la escuela infantil. Es el cole. Y nuestros cachorros de menos de un metro comienzan a tener un mundo exterior. Al que enfrentarse cada dÃa. Leer...
"Que no te vayeessssssssssss!". stas fueron las últimas palabras que oyó la madre imperfecta al salir de su casa una soleada mañana de lunes para regresar al trabajo después de las breves pero intensas vacaciones de Semana Santa. Leer...
La madre imperfecta tiene una fórmula infalible para imponerse a sus fieras, un recurso garantizado para recuperar el control de la situación cuando una teóricamente apacible tarde de sábado comienza a degenerar hacia una batalla campal: Pizzas. Pero no se trata de llamar al Telepizza o bajar a comprar a una pizzerÃa cercana. No, no, nada de eso, hay que hacer la masa. Ya se sabe que con las manos en la masa, no se puede liar algo muy gordo. Leer...
Una madre tiene mil cosas en la cabeza, sobre todo en los primeros meses de un bebé: las malas noches pasan factura y hacen estragos en su capacidad de concentración, hasta tal punto que con relativa frecuencia se producen situaciones de riesgo. Leer...
Llega el momento que, sin duda, todos estabais esperando: la presentación (tachán tachán tachán) de 'Diario de una madre imperfecta'. Leer...
Me parece fantástico que celebremos el DÃa del Padre. Desde aquà mando mi felicitación a todos. Y no es mi intención amargarle la fiesta a nadie, menos ahora que nuestros churumbeles tienen preparada su consabida manualidad, realizada con tanto esfuerzo y amor. Pero me parece a mà que, antes de darles su regalo, habrÃa que exigirles un test de paternidad. Y no me refiero al de ADN. No, estoy hablando de una prueba para ver cómo ejercen nuestros hombres su paternidad, para comprobar hasta dónde se implican en el cuidado de los hijos, porque las estadÃsticas siguen siendo demoledoras al respecto. Ya digo que no quiero amargarle la fiesta a nadie. BastarÃa con responder a este sencillo cuestionario: Leer...
Con gran sorpresa la madre de familia numerosa se acaba de enterar de que su blog-terapia-paño de lágrimas es uno de los 11 finalistas para el premio BOB de este año al mejor blog en español (los premios más importantes de la blogosfera, concedidos por la Deutsche Welle). ¡Un verdadero honor! Leer...
A la madre de familia numerosa le tocó el otro dÃa ir a un viaje de trabajo. Llevaba tiempo en dique seco y notaba ya que le estaban creciendo raÃces (además de hijos). Leer...
Como la metereologÃa no dio tregua el fin de semana, decidÃ, para no perecer ,adoptar una actitud nórdica ante la situación: no hay mal tiempo sino malos abrigos. Leer...
En esto de la maternidad (y de la paternidad), como en tantas otras cosas, la experiencia es un grado. Eso quiere decir que a partir del segundo hijo te agobias menos cuando tiene fiebre, le llevas al pediatra más esporádicamente (en esto no voy a dar detalles, no sea que me denuncien por negligencia), ya no esterilizas nada (agg, esto tampoco deberÃa contarlo, pero a la niña no le he esterilizado ni un chupete y ahà está ella tan rica y tan inmunizada...), vas introduciendo los nuevos alimentos con cierta libertad (voy a dejar de dar detalles sobre mi forma de ejercer de madre, que estoy viendo que me busco la ruina, que el otro dÃa en la visita a la pediatra tuve que corregir sobre la marcha y asegurarle que naturalmente que todavÃa no se me ha ocurrido darle huevo a la niña, vamos, cómo iba a darle huevo tan pronto, y tampoco yogur normal, naturalmente que no, si todavÃa no le toca, ¿verdad que no?), si un dÃa no quiere comer pues tampoco te agobias, ya comerá al dÃa siguiente.... Leer...
Antes de nada, quiero aclarar que estoy muy contenta por los niveles récord -en algunos casos sin precedentes en las últimas décadas- alcanzados por los embalses de nuestro paÃs, lo que imagino será preludio de una próspera y fértil primavera. Leer...
Leo en un informe publicado no sé dónde (en mi manera de leer dispersa y a toda velocidad me cuesta retener más de un concepto) que el momento de más estrés en la jornada de una madre trabajadora son las 8.25 de la mañana. Leer...
Empezar la lactancia tiene fecha fija: una da a luz y al poco rato le colocan a la criatura a la teta. ¿Pero cuándo y cómo se termina la lactancia? Sobre eso hay menos escrito. Y no es tampoco un camino de rosas. Leer...
Si este blog os sabe a poco y aún queréis más y más, ya se pueden encontrar mis desvarÃos materno-filiales también en formato libro: 'Diario de una madre imperfecta' (Editorial Viceversa). Leer...
Mi primer recuerdo de infancia es muy nÃtido: estaba gateando cuando vi unos agujeritos muy curiosos en los que metà los dedos sin saber que se trataba de un enchufe. Se ve que, con la corriente eléctrica que me sacudió de pies a cabeza, para horror de mis padres, que no lograron evitar el incidente, aquel episodio quedó grabado a fuego en mi memoria a pesar de mi corta edad. Mis padres dicen que es imposible que me acuerde, porque tenÃa poco más de un año. Leer...
Quedar con gente que no tiene hijos supone un esfuerzo desmedido para los sufridos padres entregados a la crianza. Por eso, tienden a agruparse con sus semejantes, es decir, con aquellas personas machacadas por las noches en vela, el acarreo de kilos en movimiento, que no han pisado un cine como poco en meses, cuyos problemas de concentración son tan severos como escasos sus temas de conversación y que están por debajo de la media nacional y mundial en la frecuencia de las relaciones sexuales. Leer...
Consejo para padres primerizos o, mejor aún, para aquellos que ahora estén pensando o planeando estrenarse como padres: repasad vuestros conocimientos de zoologÃa. No cometáis el error de tener hijos sin haberos familiarizado con el mundo animal. Leer...
Hagamos un ejercicio de honestidad, dejemos a un lado por un segundo hipocresÃas y apariencias y, con la mano en el corazón, reconozcamos una verdad como un templo: no hay padre o madre que no haya/hayamos deseado en alguna ocasión perder de vista a los hijos. Y si me apuras, incluso salir corriendo en momentos de especial desesperación. Leer...
-Indudablemente, cuando más ricos están los niños es cuando duermen. ¿Para eso tenÃas tantas ganas de tenerlos? ¿Para verlos dormidos? Leer...
Hay personas que no soportan a los niños y que llevan muy mal lo de encontrarse en un espacio cerrado con alguno, y aunque nunca lo confiesen abiertamente basta con ver sus caras para darse cuenta de que están a favor del exterminio (o, por lo menos, de la desaparición del espacio público) de todo aquel ser humano que no supere el metro de altura. Son los descendientes de Herodes, y por eso me he decidido a hablar de ellos en este 28 de diciembre, y no hace falta rebuscar mucho para toparse con alguno. Sobre todo, en nuestro paÃs, que por desgracia no es precisamente el más apto del mundo ni el más amistoso para con los niños, más bien al contrario. Leer...
El sábado pasado -después de una noche en blanco y una discusión entre los dos niños que terminó con todo el colacao y cereales por las paredes y suelo de la cocina- sufrà un ataque agudo de 'nosoportomasaestasfierasdarÃaunbrazoypartedelotroporlibrarmedeellosunratoaunquefueramediahora'. Leer...
Voy a decir algo que nunca deberÃa decir una madre de familia numerosa: me encanta estar con un solo hijo, dedicarle toda mi atención a uno y ser la única merecedora de sus gracias y/o trastadas. Leer...
En estas primeras semanas tras la reincorporación laboral, la gente me pregunta a menudo qué tal me organizo con los niños y el trabajo y yo, por lo general, suelo responder que "bastante bien", por eso de no aburrir a los demás con mis penurias. Leer...
Una amiga que tiene un hijo de dos años y medio me contó hace poco que habÃa ido a comprarse un libro en el que se explicaba cómo hablar a los niños pequeños de las partes sexuales, los diferentes nombres que habÃa que darles. Y me preguntaba cómo se lo habÃamos nosotros explicado a los nuestros. Leer...
Resumen de una noche cualquiera (de diario o de fin de semana, no hay distinción):
21.30 Momento de gloria: los tres cachorrillos se han quedado por fin dormidos: los niños, después de varios cuentos primero contados -hoy, por su padre- y luego, ante su insaciable voracidad por las historias, leÃdos por ellos mismos. Bien es cierto que leer, leer, sólo lee el mayor, pero el otro lo imita estupendamente- y la niña, tras un biberón bien relleno de cereales -con la esperanza de que los hidratos de carbono le produzcan un sopor prolongado-. El padre y la madre de las criaturas -servidora- se disponen a ver un capÃtulo de su serie favorita. Hace tanto que vieron el anterior que ni se acuerdan qué era lo último que habÃa ocurrido. Leer...
Por mucho que lloren o poco que duerman, hay que reconocer que los bebés tienen algo que los hace completamente adictivos, algo que te hace perder la cabeza de tal manera que, en cuanto tu bebé deja de serlo (algo que va ocurriendo gradualmente, no sabes cuándo pero un dÃa lo miras y te das cuenta de que ya es un niño), te hace desear otro. Y vas por la calle mirando con envidia a las que llevan un recién nacido. Y hasta incluso en algún momento se te pasa por la cabeza, y asà se lo comentas incluso a tu pareja, que serÃa maravilloso tener siempre un bebé en casa. Aunque no te deje dormir ni comer ni vivir... (y tu pareja te mirará probablemente como si te hubieras demenciado). Leer...
Llevábamos varias semanas, incluso meses, sin salir de casa. Pero el pasado fin de semana, como era un poco más largo, decidimos vencer la pereza que nos produce movilizarnos con la prole -porque las maletas son como si nos fuéramos un mes- y marcharnos de puente. Para descansar un poco. Relajarnos y olvidarnos por un par de dÃas del trajÃn diario. Ja. Para resumir, diré que de las dos horas y media que duró el viaje en coche, la niña, que estaba recién comida, recién cambiada, con ropa cómoda y sin frio ni calor, lloró dos. No, mejor dicho, no fueron lloros exactamente, no, ojalá, sino unos gritos recién estrenados que me hicieron concebir vanas ilusiones de haber traÃdo al mundo una cantante de ópera. O de heavy metal. Leer...
Durante el permiso de maternidad se hacen muchas cuentas. MuchÃsimas. Las primeras, para calcular el tiempo que podrás estar con tu criatura recién estrenada. Leer...
A los hijos hay que aceptarlos como son. Asà que no me queda más remedio que asumir que nuestra deseadÃsima hija es una llorona. Llora a todas horas. Con un volumen desproporcionado para su cuerpecillo y su corta edad. Probablemente ha tenido cólicos -pero en teorÃa se pasan a los tres meses, ¿no?-, o no acaba de encontrarse bien en este mundo nuevo al que ha llegado, o hay algo que le molesta, o más bien tiene una imperiosa necesidad de llamar la atención o de comunicarse y entablar contacto humano. Pero llora mucho. Mucho más de lo que un ser humano puede soportar sin desesperarse. Ya la conocen todos los vecinos del edificio donde vivimos, y esto ha proporcionado un nuevo tema de conversación para el ascensor ("hoy parecÃa que lloraba con menos ganas que ayer", o "esta madrugada se puso muy nerviosa la pobrecita", e incluso "le está cambiando el tono al llorar, ahora lo hace como con más sentimiento") y para el descansillo, porque más de una vez, cuando salgo con ella, se asoma alguna vecina a ver qué le pasa. Leer...
No hay padre o madre al que no le haya ocurrido que el bebé se caiga de la cama y se dé un cosco en la cabeza contra el suelo. Suele ocurrir en el momento más tonto, cuando quizás has bajado la guardia para alcanzar un libro, o para terminar de ponerte el pijama, y el enano, al que has dejado en el centro de la cama a casi un metro del borde, aprovecha para catapultarse al vacÃo. Leer...
Toda una familia volcada ante un diente y una misión: darle el cambiazo al Ratoncito Pérez para que no olvide dejar su regalo. Leer...
Llegó la hora de la fruta. A los cinco meses y medio, casi seis. HabÃa dejado pasar dos semanas después de los recomendados cinco meses por pereza (supongo que inconscientemente también habÃa algo de resistencia a aceptar que mi bebé crece, se hace mayor, deja de depender exclusivamente de mà para su alimentación, comienza ya a emanciparse y todas esas tonterÃas que tenemos las madres en la cabeza). Leer...
Yo habÃa pensado siempre que el agobio por la vuelta al cole era un invento de unos grandes almacenes para fomentar el consumo posvacacional. Y estaba convencida de que yo, con mi capacidad de organización y mi soltura, lograrÃa superarlo sin mayores problemas. Sin estrés y sin complicaciones, y sin desestabilizar el presupuesto familiar. Pues bien, ahora que acabo de afrontar mi segunda vuelta al cole doble (es decir, con dos escolares), me trago todas mis palabras y casi clamo ¡socorro! Leer...
Reconozco que no estaba preparada para esto. El año pasado, al entrar en la guarderÃa (perdón, escuela infantil), lloró muchÃsimo, desconsolada y desesperadamente durante más de un mes. Nos dejamos todos el corazón en aquellas despedidas desgarradoras. Leer...
En los primeros meses de vida del recién nacido pocas cosas tememos más los padres que los cólicos del lactante. Nadie tiene una explicación cientÃfica sobre su origen ni sobre su remedio. Que si el sistema digestivo no se ha terminado de formar, que si toman aire al mamar... No se sabe a ciencia cierta cuál es la causa. Pero existir, existen. Y cómo sufren los pequeñines, que da una angustia horrible verles cómo chillan encogiendo las piernecitas. Con los dos niños nos libramos, pero esta vez nos ha tocado enterarnos con la niña. Empezó como a la tercera o cuarta semana y la pobre lloraba varias horas desesperada, sin que pudiéramos hacer nada por calmarla. En un par de ocasiones estuvimos incluso a punto de llevarla a urgencias por miedo a que fuera algo más serio y estuviéramos ahà nosotros tan panchos convencidos de que eran cólicos. Pero la pediatra nos tranquilizó, nada importante, hay que esperar a que se pasen. Leer...
Si puedo evitarlo, no voy de compras con los niños. Como mucho, hago alguna compra rápida, en la droguerÃa, o en sitios asà poco atractivos para la infancia. Desde luego, a no ser que tengamos la nevera completamente vacÃa evito entrar en el supermercado con ellos, porque se les va antojando todo a su paso y me van metiendo de todo en el carrito o en la cesta, especialmente al llegar frente a las cajas donde está expuesto todo un muestrario de chucherÃas, que es algo que tendrÃa que estar prohibido por alguna ley europea. Leer...
Hoy me he levantado con ganas de retos y he quedado en ir con los tres niños a casa de una amiga que vive en el otro extremo de la ciudad. Leer...
Hay un dÃa mágico con cualquier bebé, de ésos que marcan un antes y un después: es el momento en que dice su primer gugú o gagá, acontecimiento que ocurre normalmente en torno a los dos o tres meses de vida. Leer...
Por fortuna, no ocurre con mucha frecuencia, pero tampoco es inusual que lloren los tres al mismo tiempo y el escándalo que se monta entonces es tan atronador que la comunicación se vuelve completamente imposible; ya no es que no oiga lo que me dicen, o el teléfono, es que no oirÃa ni la sirena de los bomberos si vinieran a desalojar la casa. Leer...
Tengo que confesar algo: he sucumbido al 'colecho'. Y no, no es una práctica sexual novedosa (más quisiera yo), sino el hábito de dormir en la misma cama con el bebé, o el bebé en la misma cama que lo que queda de sus padres. Práctica denostada por unos como el inicio de la 'malcrianza' y elogiada por otros como la forma más natural de sobrevivir a la lactancia nocturna. Leer...
Antes de nada, quiero decir que estoy completamente a favor de las campañas de la Dirección General de Tráfico para mejorar la seguridad vial y de todos sus esfuerzos y desvelos para que todos y cada uno de nosotros lleguemos sanos y salvos a nuestro destino. Leer...
Me pasó ya cuando nacieron los otros dos niños: empecé a tener agujeros en el cerebro, que progresivamente se fueron convirtiendo en socavones. Leer...
Lo bueno de tener varios hijos es que puedes empezar a establecer patrones de comportamiento: los flacos y morenos, como el mayor, me salen llorones, mientras que los gorditos y rubios, como el segundo, son más tranquilos. En mi caso se repite esta secuencia: flaco y moreno llorón-rubiogordotranquilo-flacamorenallorona. Leer...
"Ahora ya os cortaréis la coleta, ¿no?". "Os plantaréis aquÃ, ¿verdad?". "Ahora ya a frenarse". "Os quedaréis con tres". "No se os ocurrirá ir a por más". "Con la niña cerraréis el grifo". "El cuarto ni soñarlo, ¿verdad?". "Ahora a poner medios". Todos estos comentarios he tenido que escuchar en las últimas semanas. Leer...
Por muy natural que sea, a mà me costó hacerme a la idea de dar el pecho. Es más, confieso que al principio, con mi primer hijo, me daba un cierto reparo regresar a ese estadio mamÃfero. Pero superados esos reparos puramente racionales tuve que admitir que la lactancia materna es una opción estupenda, buena para el niño, que está asà más protegido para infecciones, y para la madre, porque es el mejor método de adelgazamiento posparto y la manera ideal de tener la comida del bebé lista en cualquier momento y lugar. Asà que ahora, por tercera vez en mi vida, me he vuelto a convertir en una ubre móvil, y asà seguiré hasta que asome el primer diente de la niña. Leer...
Al tener hijos y asumir ese nuevo papel materno, una puede llegar a sentir que se desdibuja su personalidad, como si pasaras a ser una nueva entidad junto con el bebé. Leer...
Contra todo pronóstico, los dos muchachotes de la casa, que hasta el mismo dÃa del parto no querÃan ni oÃr hablar de la inminente ampliación de la familia, han acogido con verdadero entusiasmo a su hermanita. Casi dirÃa yo que hasta con demasiado, sobre todo el pequeño, al que para evitar que se sintiera destronado y sufriera celos durante los dÃas que estuvimos en el hospital le convencieron tÃas y abuelos de que la hermanita era sólo suya, exclusivamente suya. Leer...
Esta entrada tenÃa que haberse llamado 'Oda a la epidural' y haberse publicado hace más de una semana para rendir homenaje a ese gran descubrimiento que yo confiaba, pobre ingenua, volverÃa a regalarme un tercer parto indoloro y feliz. Pero no me dio tiempo, porque me puse de parto 12 dÃas antes de lo previsto, y una hora después de tomar un fármaco que es incompatible con la epidural durante medio dÃa. Asà que acudà al hospital con el mismo ánimo que un condenado a muerte, plenamente consciente de que mi plan de parto (parir sin sufrir) no iba a cumplirse en esta ocasión. Leer...
Ante mi inminente transformación en madre de familia numerosa (repetirme esto forma parte de mi peculiar terapia para asumirlo), me he puesto a investigar las ventajas (ja, qué risa me da) que tienen esos núcleos familiares en este paÃs nuestro tan apegado a la familia. Leer...
Por fin tenemos cochecito nuevo para la niña. Y es que a pesar de mi condición de multÃpara (odio las palabras con los que los ginecólogos nos califican a las embarazadas-parturientas. Primero fui una primÃpara añosa y ahora soy una multÃpara, ambos nombres me suenan a un ave rapaz en extinción) no tenÃa todavÃa dónde pasear a la nueva criatura (que, por cierto, sigue sin nombre. Aumenta la presión sobre los padres irresponsables y los comentarios del tipo "No recuerdo cómo me dijiste que se iba a llamar"). Leer...
La niña -que aún no tiene nombre; noto cómo la tensión aumenta en mi entorno por la incertidumbre- está ya en la 'pole position', con la cabeza completamente encajada en la pelvis. 'Mi' pelvis. Como pesa ya tres kilos y doscientos gramos, evidentemente no tiene mucho espacio para moverse, asà que empuja con las piernas contra mis costillas. 'Mis' costillas. Y 'mi' esternón. Leer...
En otra vida anterior que recuerdo vagamente haber vivido me gustaba levantarme con calma y en silencio, poner el despertador diez minutos antes de la hora para desperezarme sin prisa, irme despertando poco a poco y luego poner la cafetera para prepararme ese café negro que necesito desesperadamente tomar nada más levantarme, y beberlo lentamente en silencio, siempre en silencio. De hecho prácticamente ni hablaba con nadie, y ni siquiera ponÃa la radio para disfrutar de la calma de esos primeros minutos del dÃa, todavÃa inmersa en las brumas del sueño. Y de esa paz matutina sacaba yo las fuerzas para enfrentarme al nuevo dÃa con serenidad. Casi igual que ahora, que el dÃa menos pensando me va a dar un infarto al minuto de haber abierto un ojo. Este es uno de mis despertares prototÃpicos a dos bandas: Leer...
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Mi hijo pequeño sigue siendo un 'chupeteadicto' empedernido a sus 17 kilos y dos años y medio. Y, como además aparenta mucho más porque está enorme, en los últimos dÃas han sido varias las personas que me han insinuado que es demasiado grande para seguir usándolo, de esa manera tan sutil que tiene la gente en este paÃs de sugerirte qué es lo que deberÃas hacer con tu hijo ("ya va siendo hora de que le quites el chupete, ¿no?"). Leer...
Mi hijo mayor es igual a mÃ. Exacto. Más que un hijo, parece un clon. Tanto, que me cuesta reñirle porque es como echarme la bronca a mà misma. Como cuando tiene miedo, mejor dicho, pánico por la noche, y no logra dormirse de la angustia que le entra ante la perspectiva de varias horas sin luz ni sonido (yo era igual hasta hace no tanto, desde que soy madre he tenido que desterrar el miedo). Leer...
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La mayorÃa de las parejas tienen pensado el nombre para su bebé desde el momento incluso de la concepción -algunos incluso desde antes-. AsÃ, en cuanto le dicen el sexo de la criatura, se lo adjudican inmediatamente, prácticamente sin dudarlo, y ya hablan de él, o de ella, con total propiedad: "RocÃo nacerá en abril". "Le he comprado ya las primeras deportivas a Pablo..." E incluso, a mà esto me parece casi ciencia ficción, le hablan: "Eulalia, deja de dar pataditas, que estás hoy muy revuelta". Leer...
Estamos ya llegando, un poquito más y llegamos. No falta nada, pero si te duermes se te hace más corto. No, no te vas a perder nada si te duermes. Toma galletas. No, chocolate, no, galletas, riquÃsimas. Mira, una vaca, cómo hace la vaca, Muuuuuuu!!!!!!!! Anda, un pajarito volando. Mira cómo vuela, ¡qué altooooo! ¿y cómo va cantando mientras vuelta? pirripipipi. No, los pajaritos no se chocan si cantan mientras vuelan. Leer...
No sé si será algo que les trasmito durante el embarazo, alguna sustancia que atraviesa la placenta, pero tengo que asumir que mis hijos me salen prácticamente insomnes. Durante los tres primeros años de vida se despiertan continuamente.El mayor tardó dos años y medio en dormir una noche entera (y la primera vez que lo hice me levanté asustada pensando que le habÃa dado un pasmo) y el pequeño va por el mismo camino. Leer...
Voy a decir algo que me llevará al patÃbulo del feminismo: para una madre trabajar (fuera de casa, se entiende, dentro trabajamos todas, aunque algunas, eso sÃ, a jornada completa) es algo como nadar contracorriente. Leer...
Lo último en romperse ha sido el ordenador portátil. Dejó de funcionar la semana pasada y se reiniciaba una y otra vez. Antes habÃa muerto la impresora, y sobre esto sà que no hay duda de lo que ocurrió: el enano le dio un puñetazo a los botones y los metió para dentro. Algo parecido debió de hacerle en un despiste nuestro a la cadena de música porque lleva varios meses que no se abre sola y hay que extraer los CDs con un cuchillo. Leer...
El otro dÃa una lectora se indignó conmigo porque cometà el pecado capital de confesar, en público y por escrito nada menos, que de vez en cuando anhelo, sueño con quedarme media hora sola en casa, aunque sea para escuchar el silencio -voy a tener que empezar a cuidarm,e no sea que alguien lance una campaña para quitarme la custodia de mis hijos; el dÃa menos pensado se me presenta un asistente social en casa-. Leer...
Entras en el vagón abarrotado, abriéndote paso entre la gente, tratando de que por lo menos no te den un codazo en la panza, y te aferras, resoplando como morsa fuera del agua, a una columna. Para no perder el equilibrio. Con la esperanza de que alguien vea tu tripa, ya ostentosamente prominente, y te ceda gentil y discretamente su sitio. En realidad te da una vergüenza horrible que te dejen sentar, e incluso muchas veces te has tapado la panza con el abrigo para que no se viera, pero a estas alturas del embarazo estás ya que no te tienes, más hoy que la ciática te está matando, que hasta te sentarÃas en las rodillas de un señor. Leer...
Cuando tu hijo te pregunta algo que no tienes ni la menor idea de cómo responder tienes dos opciones: salir por la tangente o decile directamente 'no lo sé'. Leer...
PodrÃa pintarse las uñas, sumergirse en un baño relajante o escuchar música. Pero nuestra 'bloggera' prefiere disfrutar del silencio. Leer...
En Estados Unidos, donde por cierto no está reconocido un permiso de maternidad como tal, algunas empresas han empezado a animar a las madres para que vayan con sus hijos a la oficina. Si no sabes qué hacer con la fiera, te la llevas contigo. Leer...
Los niños crean fricciones en el seno de la pareja. Esto es un hecho innegable, empÃricamente comprobado, que deberÃa incluirse en el temario de las clases de preparación al parto (desde aquà hago un llamamiento a las instituciones). Leer...
Con la crisis económica encima, ¿se hacen más o menos hijos? Leo en una revista que, a pesar de la crisis y de la falta de optimismo generalizada, las francesas se han lanzado a procrear y se han convertido en las más fecundas de Europa, superando -con 2,2 hijos por mujer- con creces la barrera esa de las dos criaturas por mujer, que es la que garantiza la renovación de la población y de la que estamos aún tan lejos en España con nuestro modesto 1,37. Leer...
HabÃa una época, aunque nos cueste recordarla, en que la conversación giraba sobre libros, pelÃculas, bares y hasta discotecas. Que si en que bar pinchan mejor música, cuál es el mejor para cerrar la noche, o dónde se puede tomar una copa después de las tres de la mañana un dÃa de diario. Ya sé que ahora parece muy lejano, pero esos temas ocuparon una vez nuestras conversaciones, que nadie lo niegue. Leer...
Una cosa es que el enano me llame a las dos o las tres de la mañana porque ha perdido el chupete, de tanto dar vueltas en la cama, y no lo encuentra, se pone nervioso y entonces llama. O porque se ha quedado encajado entre la pared y la barrera protectora, o porque se ha hecho un nudo con las sábanas, o porque se ha caÃdo, no sé cómo, de la cama. O porque quiere el biberón. Leer...
Por fin, toda la verdad y nada más que la verdad sobre el embarazo y la maternidad en un blog. Leer...
Por fin alguien habla sobre la maternidad y el embarazo sin pelos en la lengua. Descúbrelo en este nuevo blog. Leer...